Opiliones es un orden de arácnidos conocidos vulgarmente como opiliones, morgaños, arañas patonas o segadores. Superficialmente son parecidos a las arañas (orden Araneae) de las que se diferencian enseguida por la ausencia de estrechamiento (cintura o pedicelo) entre el prosoma y el opistosoma; además los quelíceros acaban en pinza o quela en vez de en una uña, y no poseen glándula venenosa.[1][2] Se han descrito unas 6700 especies.[3]
El cuerpo no aparece claramente regionalizado como en la mayoría de los arácnidos, sino que prosoma (cefalotórax) y opistosoma (o abdomen) forman un todo globoso en el que apenas se distinguen. El tronco globoso mide típicamente entre 5 y 10 mm, pero puede llegar a 20 en especies tropicales y también hay formas diminutas. Del cuerpo salen los mismos apéndices que en todos los arácnidos: un par de quelíceros, un par de pedipalpos y cuatro pares de patas locomotoras.
Las patas son largas, a veces desmesuradamente, pudiendo cubrir un diámetro de hasta 12 cm. Los tarsos (las piezas terminales) son multiarticulados y las patas son muy flexibles. Aunque normalmente se mueven con parsimonia también pueden maniobrar con agilidad cuando las circunstancias lo requieren. Practican la autotomía (autoamputación) para distraer a los depredadores, continuando la pata separada moviéndose durante mucho tiempo gracias a la posesión de un oscilador nervioso independiente.
Los ojos simples, relativamente grandes, se insertan a ambos lados de una protuberancia colocada en lo alto del prosoma.
La respiración es traqueal, con un par de espiráculos en posición ventral del prosoma y, en algunos casos, en las tibias. La excreción se produce por glándulas coxales (las coxas son los artejos basales de las patas). A ambos lados del prosoma se abren sendas glándulas repugnatorias, que producen quinonas malolientes con las que se defienden de los predadores.
Muchas especies son omnívoras, alimentándose principalmente de pequeños insectos, todo tipo de material vegetal, e incluso hongos; frecuentemente saprófagos, o depredadores. Los omnívoros pueden alternar pequeños animales con restos vegetales. A diferencia de muchos otros arácnidos no poseen un estómago succionador y un sistema de filtraje, por lo que ingieren pequeñas partículas de su alimento, haciéndolos vulnerables a parásitos internos tales como las gregarinas.
Utilizan su segundo par de patas como antenas, debido a que sus ojos no son capaces de formar imágenes. Carecen de glándulas venenosas y son absolutamente inofensivos.
Aunque algunas especies utilizan la partenogénesis para reproducirse, la mayoría de los opiliones se reproducen de manera sexual. La fecundación es interna, lo que es raro entre los arácnidos, estando el macho dotado de un órgano copulador, que hace pasar por entre los quelíceros de la hembra. Esta cuenta con un ovipositor, un órgano protráctil que extiende para poner los huevos. En algunas especies los machos cuidan a la hembra luego del coito, mientras que otros defienden el territorio. La hembra pone los huevos poco después o puede demorar meses, siendo muy variable el periodo de incubación que puede ser desde 20 días a seis meses. Unas pocas especies construyen un nido para este propósito, habiendo una característica única en el modo de incubación de ciertas especies en las que el macho es el único responsable del cuidado de los huevos. Los opiliones necesitan de entre cuatro a ocho estados ninfales para alcanzar la madurez, siendo lo más común seis.
Son frecuentes en hábitats escondidos, como cuevas, troncos huecos o los ojos de los puentes. Algunos opiliones de cuevas se encuentran amenazados por la exigüidad de su área y la vulnerabilidad de su hábitat. Se ha observado que los individuos llegan a congregarse en gran número, desde unos 200 en Laniatores hasta unos 70.000 en ciertos Eupnoi; esto se cree que es una estrategia ante el clima, pero también contra los depredadores, ya que así combinan el efecto de las glándulas repelentes y reducen la vulnerabilidad de cada uno.
Han sido descritas unos 1500 géneros y más de 6000 especies de todas las latitudes, aunque faltan en las polares y son más abundantes en las tropicales.[2] Los fósiles de mayor antigüedad se encontraron en la formación del Rhynie Chert escocés, de principios del Devónico (hace unos 410 millones de años), y aunque se cuentan entre los más antiguos artrópodos, se parecen ya mucho a los actuales. Como en otros órdenes de arácnidos, los hallazgos confirman la antigüedad de su diferenciación. La posición de los opiliones con respecto a otros arácnidos todavía es incierta, generalmente los estudios moleculares los tienden a agrupar en un clado junto con Solifugae y Ricinulei, así como también con los ácaros.[4]
Los opiliones se dividen en 4 subórdenes, y 47 familias, de las que no están bien estudiadas las diferencias entre ellas y probablemente haya aún familias no descritas.[2][1][5][6]
La familia Stygophalangiidae (1 especie, Stygophalangium karamani, en aguas subterráneas en Macedonia del Norte) a veces es clasificada en Phalangioidea, pero no es un opilión.
Opiliones es un orden de arácnidos conocidos vulgarmente como opiliones, morgaños, arañas patonas o segadores. Superficialmente son parecidos a las arañas (orden Araneae) de las que se diferencian enseguida por la ausencia de estrechamiento (cintura o pedicelo) entre el prosoma y el opistosoma; además los quelíceros acaban en pinza o quela en vez de en una uña, y no poseen glándula venenosa. Se han descrito unas 6700 especies.